¿Porque Asia y África poseen tanta población aun con sus malas condiciones de vida?
Características de la población en números:
• África es el continente que registra mayor crecimiento. Su población pasó de 220 millones en 1950 a 812,6 millones en 2001. Se estima que para el año 2025 llegará a 1.600 millones. Este crecimiento es debido a la disminución de la tasa de mortalidad y al mantenimiento o estabilidad de la de fecundidad. A ello debe sumarse que dentro del continente africano las diferencias regionales no son tan marcadas como en otros continentes. Sin embargo, las tasas más altas de crecimiento demográfico corresponden al África Subsahariana con tasas superiores al 3%.
• Asia es el continente donde se encuentra más de la mitad de la población mundial. En esta región se presentan gran cantidad de contrastes: por un lado, Asia Meridional tiene altas tasas de crecimiento, similares a las de África. Por otro lado, China, que disminuyó su tasa de crecimiento de una manera espectacular. Su tasa de fecundidad se redujo de 6,5 hijos por mujer en 1968 a 2,3en 1980 y a 1,8 en la actualidad. Dentro de la planificación familiar se implementaron distintas medidas, incluso la política del hijo único, aplicando sanciones a quienes no cumplan con las indicaciones gubernamentales.
Causas del crecimiento de la población africana y asiática:
El crecimiento poblacional de África tiene motivos culturales. Por un lado, la producción de alimentos ha aumentado más en las regiones del mundo más densamente pobladas y con relaciones población-tierra-recursos más desfavorables, reduciendo así drásticamente las condiciones de subalimentación y desnutrición que han sufrido históricamente algunas de esas sociedades. En África subsahariana la situación ha empeorado, duplicándose prácticamente la población en condiciones de subalimentación crónica al pasar de 94 millones en 1961 a 175 millones de personas en 1990, lo que representa 37% de la población, comparada con 35% en 1969.
Por otro lado, en aquellas situaciones de fuerte deterioro ambiental, creciente déficit alimentario, aumento de pobreza, mal nutrición y desnutrición, con fuerte mortalidad infantil y lento aumento de la esperanza de vida (a un retroceso en lo que va de la década en algunos países), las tasas de crecimiento poblacional y de fecundidad se mantienen elevadas.
En muchas sociedades el desarrollo --en especial en África y Asia--, la procreación y el cuidado de los niños son los objetivos sociales más importantes, y tener una familia numerosa es un valor cultural socialmente positivo. El rol reproductivo de la mujer es tenido en alta estima en África subsahariana, donde la fertilidad cumple un papel fundamental en la preservación de la organización social y económica tradicional. Los sistemas culturales y religiosos legitimizan esta necesidad atribuyendo a la fertilidad un valor de recompensa divina y considerándola como símbolo de buen comportamiento.
Pero la importancia de la familia numerosa va más allá de consideraciones sociales, culturales y religiosas y tiene también una relevante connotación económica. Los sistemas tradicionales en África subsahariana se basan en la propiedad comunitaria de la tierra. El sistema de tenencia de la tierra consiste en su asignación a cada miembro de la comunidad en función de su habilidad y capacidad para cultivarla. Desde esta perspectiva, cabe recordar que las labores agrícolas en África subsahariana las desempeña fundamentalmente la mujer. Las labores masculinas se limitan, en algunos casos, a la tala de bosques y el desbroce. En este contexto, la capacidad para cultivar la tierra asignada depende fundamentalmente de la mujer y de la ayuda que pueda obtener por parte de sus hijos o los arreglos que pueda hacer dentro de su grupo familiar o comunal. Se concluye que el trabajo rural tiene un marcado carácter familiar, al ser efectuado por la mujer y sus hijos. La disponibilidad de gran número de ellos es «la única solución tecnológica» que posee una mujer rural africana en «ausencia de tiempo, escasa fuerza de trabajo y de tecnologías ahorradoras de energía para producir alimentos en forma regular».
El número de hijos determina también el estatus de una mujer en su grupo social.
El deterioro ambiental no hace sino reforzar el estímulo a una mayor familia y una mayor fertilidad. En efecto, el deterioro ambiental obliga a la mujer a dedicar mayor tiempo a las labores de recolección de leña y agua, para lo cual hay que recorrer distancias cada vez mayores.. En estas condiciones, la mujer se ve obligada a reducir el tiempo que dedica a la preparación de los alimentos; de hecho, en muchos países de África se ha eliminado una comida diaria. No es posible reducir sus labores en el campo porque corre el riesgo de perderlo y además es el único sustento para la sobrevivencia del grupo familiar. Finalmente, debe recurrir a los hijos, que dejan de asistir a la escuela para dedicarse a la recolección de leña y agua o a los trabajos del campo.
Por último, la elevada mortalidad infantil, 108 por 1 000 y 102 por 1 000 en África oriental y occidental, respectivamente, comparada con un promedio mundial de 69 por 1 000, incentiva aún más la tendencia a tener un número elevado de hijos, lo que garantiza la sobreviviencia de algunos. Este estímulo a la familia numerosa lo refuerza la baja esperanza de vida de la región africana al sur del Sahara: 49 años en África Oriental y 51 en África occidental.
La tendencia a mantener altas tasas de fecundidad es una forma de racionalización sociocultural sobre la necesidad de tener una familia numerosa para garantizar, no sólo su sobrevivencia, sino también la del grupo social.
Además, la pobreza extrema, el deterioro ambiental y las hambrunas no reducen la presión poblacional ni restablecen un pretendido equilibrio población-recursos, sino que más bien tienden a exacerbar esa relación, como en el caso africano.
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Sofia Esquenazi - 4º año Leonardo Da Vinci
Durante la creación del el censo, se teme que
muchos padres no informen del número real de hijos que tienen, por temor a
recibir multas que en condiciones normales podrían ser equivalentes al ingreso
total de una familia en uno o dos años.
Ello, según Pekín, ha contribuido a la mejora
de muchos indicadores sociales, como la esperanza de vida (ahora de 73 años),
la extensión de la educación o la disminución en el número de personas que
viven en la pobreza.
